Cuando la opción es por el temor de Ubisoft
Hace ya casi un mes que se presentó Assassin’s Creed Valhalla, la nueva entrega de una de las franquicias más distintivas de Ubisoft. Aunque todavía no se ha visto ningún gameplay (por más que nos quieran vender esto como tal) sí que se han ido dando muchos detalles sobre cómo será la jugabilidad y ambientación vikinga. Uno de ellos es la posibilidad de volver a elegir entre un personaje protagonista masculino o femenino, al igual que pasó con Assassin’s Creed Odissey (2018), ese en el que Kassandra es el personaje canon, reconocido por la compañía canadiense, pero está relegado a la portada reversible del juego.
Creo que, con la nueva polémica de los de siempre, quejándose sobre la misma letanía, Ubisoft ha demostrado, una vez más, falta de valentía a la hora de tomar decisiones en sus títulos. Porque el problema no está en que haya gente que cuestione si había guerreras vikingas (que las hubo) como una demanda de rigor histórico mientras les parece, por supuesto, verosímil que alguien se lance desde una gran altura y salga ileso porque un montón de paja amortigua la caída. El problema es que Ubisoft, a través del director narrativo, vuelve poner en el eje central de uno de sus títulos la promoción del personaje masculino, y a la vez fija ambas opciones como las canónicas, en lugar de optar por mostrarse decidido desde un principio en la historia que quieren contar.
Entiendo que la posibilidad de elegir protagonista es atractiva para contentar a todo el mundo y un doble trabajo a nivel de desarrollo que merece ser destacado, pero ya pasó con Odissey cuando se dio a conocer el videojuego y la nueva ambientación: Kassandra tuvo menos protagonismo durante las jornadas de prmoción del título, para luego convertirse en el personaje “real” de la historia, algo de lo que me alegré. Pero, a mi parecer, esto le resta peculiaridad a la aventura que nos quieren contar y por extensión al personaje, porque Kassandra, junto con Ezio Auditore, me parece uno de los mejores personajes que ha tenido la saga. En Odyssey, cada vez que veía esas respuestas cortantes, esa confianza y seguridad en sí misma, me chirriaba imaginar que había otra misma línea de diálogo para otro personaje, como si Kassandra no fuese única y todo lo que la hace ser ella se tratase de un mero reflejo arquetípico. En Horizon Zero Dawn (2017), por ejemplo, no habría sentido toda la satisfacción y admiración por una protagonista tan formidable como Aloy si se hubiese tratado de una réplica, un clon que reproduce la misma historia que otro personaje; simplemente me parecería un recipiente vacío.
A lo que quiero llegar es que, independientemente de quién vaya ser el personaje canon en una obra (en este caso Assassin’s Creed ) y que elegir el protagonista está bien, las compañías siguen cayendo en el error de descuidar a sus personajes, entre otras cosas por las críticas de los de siempre y porque seguimos rigiéndonos por los cánones establecidos. El tren para reivindicar un único personaje femenino bien construido ya pasó, otra vez, para Assassin’s Creed. Pese a la elección para contentar a aquellos que afirman no poder jugarlo porque «no se sentirían representados”, se ha criticado igualmente que Eivor sea una mujer.
Tampoco creo que esté diciendo algo nuevo sobre lo fina que está la piel de muchos con los videojuegos; todos sabemos lo que sobra la testosterona y lo que faltan las neuronas a la hora de señalar las cosas que verdaderamente importan sobre la industria (crunch, falta de representación, etc…).
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